Cristiano Ronaldo está dejando en ridículo a los seleccionadores, capitanes de seleccionados y periodistas que eligieron a Kaká como mejor jugador en varios foros a fines del año pasado. Anoche estuvo magistral y en 13 minutos marcó los dos goles del Manchester United 2-0 Portsmouth.El primer gol fue excelente, pero su serenidad ante el portero ya se ha convertido en algo rutinario. Fue el segundo el que maravilló, un tiro libre cobrado con el empeine y una acción de la pierna muy peculiar, hasta el punto de que a simple vista dio la impresión de que había golpeado mal.
Alex Ferguson, el técnico del Man United, dijo después del partido que había sido el mejor gol de tiro libre que había visto en muchos años. Y eso de un hombre que ha visto bastante en los pies de David Beckham y Eric Cantona, para mencionar únicamente a grandes rematadores del mismo club.
Es un caso especial, este portugués de Madeira, de quien su madre dice que antes de morirse quiere verlo en el Real Madrid.
Tiene un orgullo hiperdesarrollado, como suele ocurrir con los campeones de cualquier actividad. Le molestó el “error” en la selección de la FIFA y France Football, que coronó a su rival brasileño y, en un caso, lo colocó en tercer lugar, por detrás de Lionel Messi.
Los campeones no toleran la humillación de ser segundos, y terceros ya les parece una tortura.
Messi, que también se consideraba el mejor en el último año, no reaccionó con la misma energía que Ronaldo y además se lesionó, de modo que la atención de todos se ha centrado en el portugués.
Ronaldo, como Messi, es un jugador que puede decidir partidos desde cualquier posición. Es más goleador que el argentino, y además tiene altura y corpulencia, con la ventaja física y psicológica que eso conlleva frente a las defensas modernas, que abusan de la intimidación.
Es un jugador completo, por momentos irresistible. ¡Y pensar que llegó a Manchester con la única misión de desbordar por la banda!
Durante varios meses, tras su incorporación al Man United, la crítica inglesa le reprochó su imprecisión ante la portería: dijeron que era un malabarista, una foca amaestrada, un jugador intrascendente.
Ahora es el foco de la atención, el jugador desequilibrante, cabeza y hombros por encima de jugadores considerables, como Carlos Tévez y Wayne Rooney.
Kaká es bueno, muy bueno, y nadie podrá decir que fue injusto distinguir a un jugador excepcional, pero su rendimiento, antes y después de su breve campaña en Liga de Campeones 2006-2007, no estuvo en ningún momento a la altura de Cristiano Ronaldo (y también de Messi, ya que estamos).
Sí, sí, en su momento también nosotros votamos por Kaká, y declaramos que Messi era “el futuro del fútbol”, pero el rendimiento de Ronaldo ha sido tan elevado, durante tanto tiempo, mientras el brasileño se tomaba un respiro y el argentino se reponía de sus lesiones, que hemos cambiado de opinión.
En realidad somos afortunados, con tantos buenos jugadores pugnando por destacarse. Y en Milán, donde siguen esperando al otro Ronaldo, tienen ahora a otra gran esperanza brasileña, el nuevo pretendiente, Alexandre Pato.
Es para empalagarse. Y no hablemos si uno de estos días a Ronaldinho, del de Barcelona, se le ocurre despabilarse.
Los veteranos suelen decir que cuando un deportista de ese nivel se descuida y pierde motivación, ya no puede volver al mismo nivel, por más que se esfuerce.
Qué lastima, porque el genio de Ronaldinho sería una buena medida para aquilatar las virtudes relativas de sus herederos.
